No puede haber un sitio más apropiado para que el enigmático y carismático David Eugene Edwards y sus secuaces de Woven Hand den un recital que el Divan Du Monde, en la calle de los mártires, cerquísima del Sagrado Corazón, un lugar religioso y oscuro, para una banda del mismo palo.
He escuchado compulsivamente el Mosaic (Glitterhouse Records, 2006) durante las últimas semanas, aunque ya me había acercado a la música de este señor con el Blush Music (Glitterhouse Records, 2003) o con su etapa 16Horsepower (proyecto madre de DEE que finalizó en 2005, recomendabilísima discografía) ninguno me había atrapado con tal fuerza como su último trabajo, una oscura, lúgubre e inspirada colección de místicas canciones donde los temas de la fé y la redención están más que presentes. Los aires de música tradicional indígena y medieval, los claustrofóbicos sonidos que produce con instrumentos como mandolinas o acordeones y esa palpable influencia de Joy Division o Nick Cave conforman un mosaico más que interesante.
Pero vamos al concierto, los teloneros The Good Life muy a pesar de su nombre estuvieron bastante acertados, lástima de jugar en campo contrario.
En cuanto a Woven Hand, si lo que esperaba era un concierto sosegado y atmosférico no podía estar más equivocado. Lavado de cara a base de electricidad y nervio a las composiciones del ya citado Mosaic y un concierto de Rock en toda regla, ni folk, ni americana ni extrañas fusiones, electricidad y contundencia, cosa en la que ayudaba el bajista Pascal Humbert (ex-16Horsepower también), un bicho del escenario que se hacía notar a pesar de la arrebatadora personalidad del frontman de Colorado. ¿Puede tener un cantautor el mismo nervio que Iggy Pop sin levantarse de su taburete? Pues hay que verlo, pero es así. David Eugene, el hijo del predicador, toca sentado en todo momento, agitándose y convulsionándose, moviendo sus botas como si de serpientes de cascabel se tratasen, con la cara desencajada, los ojos a punto de saltar de sus órbitas cuando no están en blanco y las venas de su cuerpo a punto de estallar, como si de una posesión se tratase, realmente un personaje diferente.
Pero es que cuando usa la mandolina el resultado no destiñe nada, al contrario, la hipnosis que causa es tremenda.
El concierto (antes de los bises) rondó la hora justita, mezclando temas como Speaking Hands o Another White Bird con la adrenalítica actuación del misterioso DEE, artista de culto para el que escribe desde ya. Aunque lo mejor se lo guardó para el final... en los bises encadenó Winter Shaker, American Wheeze, Deerskin Doll y Dirty Blue. 4 temazos que recogen lo mejor, en mi opinión, del Mosaic y ese gesto que el público agradeció notablemente que fue acordarse de los 16 Horsepower, punto álgido de la noche sin duda. Pleased to meet you Mr. Edwards. Hay que verlo.
Por Med Vega (I'm a man of wealth and taste)
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