Los pasados 19, 20 y 21 de junio tuvo lugar en el Teatro Central de Sevilla la undécima edición de los ciclos de pop-rock, tercera en Málaga (Teatro Cánovas) y Granada (Teatro Alhambra).
Serie B tuvo la pillería de hacerse con pases gratis para la triple jornada, gracias al blog de La Ventana Pop. A poco más de una semana del evento, y con la perspectiva de los días, paso a relatar en mi opinión lo acontecido en el Teatro Alhambra.
AKRON/FAMILY + VETIVER
(19/06/08)
Abrieron Vetiver, cuarteto californiano que se dió a conocer al amparo del amigo Devendra Banhart. Así pues, la noche olía a folk del siglo XXI. Por suerte para el que escribe, la propuesta de la banda ha ido madurando hacia una suerte de blues-gospel de pocas revoluciones, acercándose a terrenos mucho más pop y accesibles. Por tanto, nada de experimentación para abrir boca.
Su música tiene más que ver con Tim Buckley, The Jayhawks o Smog. De hecho, ya abren algunos shows de Gary Louris.
De Banhart a Louris, para mí que han salido ganando con el cambio...
Poco más tarde aparecían en escena Akron/Family. Ahora sí, tocaba desmelenarse sin prejuicios ante uno de los tríos más freakis de la escena folk norteamericana. Atabiados hasta los tobillos de toda percusión imaginable, se adueñaron del Alhambra para ejercer de chamanes de la tribu que, supongo, formábamos los allí presentes.
He de decir que no había escuchado nada anteriormente de estos neoyorkinos, ni siquiera sé cuántas canciones interpretaron. Y no me pregunten por los títulos.
Los tres miembros de Akron/Family alternaban sus instrumentos dando vida a unas plegarias que se iniciaban en forma de remansos corales, para derivar en un éxtasis rítmico esquizoide, con los componentes vociferando como si les fuera la vida en ello. Del sosiego al caos y viceversa. Con un guitarrista que, a buen seguro, daría mucho más juego en formato canción tradicional.
A un servidor, pese a comprobar el deleite general y despiporre que llevó a media platea a bajarse a pie de escena para bailotear y danzar al ritmo de la banda, no le hizo demasiada gracia el abstracismo y la supuesta (o impostada) catarsis que parecía llevarse a cabo en el trío. Más que por otra cosa por el estupor que me producían la mayoría de sus pasajes. Pese a impactar en los subidones, los requiebros y la complejidad de los ritmos hacen mucho menos disfrutable un sonido que de tan particular, cae en la autocomplacencia onanista.
Es mi opinión, repito.
No sé como suenan en disco, supongo que algo mejor, pero para mí que si se dedicaran a algo más normalito, tendrían más gracia. Lo siento por los que discrepen, pero a ratos parecía que nos estaban tomando el pelo.
Indigestos, más para unos que para otros...
VIC CHESNUTT + THE CANNERY
(20/06/08)
(20/06/08)
La segunda jornada del Ciclo comenzó con The Cannery en escena. Combo también californiano más cercano al sonido americana, sobre todo por la aportación del pedal steel. Tengo que decir que tampoco me entraron nada bien estos chicos.
No sé si es que no estaba demasiado receptivo, o que las canciones no son lo suficientemente atractivas (en su myspace la cosa pinta mucho mejor, por suerte) pero no me cuajó su propuesta. Lo que sí sé es que el protagonismo del pedal steel en todas y cada una de las composiciones, y quizás también el alto volumen del instrumento, hicieron de la actuación un auténtico calvario. ¡qué cosa más desagradable, coño! Con un poco más de mimo y delicadeza el pedal steel es un fiel amigo, pero tal y como pintó la cosa, el amigo se convirtió en un coñazo del que era imposible deshacerse.
Poco más puedo decir. Otra vez será.
Gracias a dios, lo que vino a continuación salvó la noche. Todo un espectáculo mayúsculo a cabo de un cuarentón que desde los 18 años se ve postrado en una silla de ruedas.
Vic Chesnutt no necesita presentación (ya se encargó Michael Stipe de ponerlo en órbita). Cantautor borracho, artista desvergonzado hasta rozar lo grotesco, presentó su (última, por ahora) obra maestra North Star Deserter. Chesnutt nos deleitó con un verdadero recital.
Aunque se haga acompañar de bajo, guitarra eléctrica, chelo y batería (miembros algunos de ellos de Godspeed You! Black Emperor), lo cierto es que se sobra con su personalísima voz. Nada de virtuosismos, su desgarrada garganta abarca un amplio registro que sería capaz de hacer llorar hasta a las piedras.
A parte de su agudeza como escritor y compositor, poco importa que a duras penas toque la acústica. Escupe por igual baladas, vals y medios tiempos sin dejar a nadie impasible. El Teatro Alhambra enmudeció ante el genio, y no fue hasta que los músicos abandonaron la escena que rompió en una sentida y agradecida ovación.
Vic volvió en solitario para despedirse con un bis estremecedor.
No me tiembla la mano al afirmar que Chesnutt sería algo así como el Tom Waits del folk. Lo dicho, un puto genio.
TWO GALLANTS + PUERTO MUERTO
(21/06/08)
(21/06/08)
Para introducir la última jornada del ciclo de pop-rock, los encargados eran la pareja Puerto Muerto. Formados por Christa Meyer y Tim Kelley, su propuesta bebe del country, pasando por la música cabaretera e incluso con aires latinos.
Pese a la portentosa voz de Christa y la excéntrica personalidad de la que hace gala en escena, la música de Puerto Muerto hace aguas gracias, en gran medida, a la repetición de un patrón ya demasiado trillado, el del dueto chico/chica con raíces rockeras, que en su caso no ofrece sino una versión algo más exótica pero con poco mojo, llegando a irritar al más pintado sin demasiado esfuerzo.
Si el primer día fueron Akron/Family los que pusieron a prueba nuestros nervios, Puerto Muerto cumplieron el sábado 21 haciéndonos sentir poco menos que verguenza ajena.
Como unos eternos aspirantes a sonar en un film de Tarantino o Lynch, pero a años luz de los White Stripes, los mismos Two Gallants o The Black Keys.
Nada que ver con la banda de Adam Stephens y Tyson Vogel.
Two Gallants se han hecho un hueco en nuestras discotecas gracias a unas canciones desgarradoras. Intensas y meláncolicas.
Detrás de la aparente simplicidad que conforma el dueto guitarra/batería, Two Gallants tejen complejos entramados cimentados sobre una base folk, pero que trasciende estilos con poco que la música se deja sonar. Esto, en manos de unos verdaderos dominadores de sus instrumentos, convierte cada canción en un reto sólo al alcance de los grandes.
En directo, las canciones de su tercer elepé crecen hasta límites insospechados, haciendo vibrar al cómplice público con un show intenso, adrenalínico y realmente sentido. Honestidad y entrega sobre las tablas.
Tal y como hubiéramos firmado antes de la actuación, cerraron el ciclo de pop-rock de manera redonda.
El momento de la noche, sin duda, "Steady Rollin´".
Hasta septiembre.
Por Zeta
Como unos eternos aspirantes a sonar en un film de Tarantino o Lynch, pero a años luz de los White Stripes, los mismos Two Gallants o The Black Keys.
Nada que ver con la banda de Adam Stephens y Tyson Vogel.
Two Gallants se han hecho un hueco en nuestras discotecas gracias a unas canciones desgarradoras. Intensas y meláncolicas.
Detrás de la aparente simplicidad que conforma el dueto guitarra/batería, Two Gallants tejen complejos entramados cimentados sobre una base folk, pero que trasciende estilos con poco que la música se deja sonar. Esto, en manos de unos verdaderos dominadores de sus instrumentos, convierte cada canción en un reto sólo al alcance de los grandes.
En directo, las canciones de su tercer elepé crecen hasta límites insospechados, haciendo vibrar al cómplice público con un show intenso, adrenalínico y realmente sentido. Honestidad y entrega sobre las tablas.
Tal y como hubiéramos firmado antes de la actuación, cerraron el ciclo de pop-rock de manera redonda.
El momento de la noche, sin duda, "Steady Rollin´".
Hasta septiembre.
Por Zeta
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