martes, 2 de septiembre de 2008

CRÓNICA. FESTIVAL SUITE STOLICHNAYA


Los días 10, 11 y 12 de abril se produjo en el famoso e histórico, que no histriónico, barrio de Malasaña de Madrid un festival de pequeña audiencia, coordinado por el pub Espiral Pop (tantas veces mencionado por Vacaciones en su tema: “Poppy girl, tú vas todos los viernes al Espiral”. El nombre que daba cobijo al espectáculo era Festival Suite Stolichnaya y adoptaba como sede para organizar los conciertos una sala adecuada para el acto pero que luego se convertiría en lo cotidiano: un set de dj´s de electrónica minimalista.

Los artistas se repartían los días de la siguiente manera:

Día 10: Delorean, Battant, Capture the flag, Phoneless

Día 11: Hidrogenesse, L-Kan, Bleach, Dunno
Día 12: Cooper, Mittens, Polock, The False Friends


Por motivos que aún desconozco (los viernes se producen lagunas mentales en mi cerebro) asistí únicamente al show del día 12. Al adquirir la entrada recogimos también un cartelillo para colocar en el pomo de la puerta de una habitación de hotel que dictaba: “
No molesten, estamos en el Festival Suite Stolichnaya” y entramos en el sorteo de una legendaria vespa por dar nuestra opinión sobre cuál debería ser la siguiente canción en aparecer en el juego de PlayStation (que jugaba como colaboradora del evento) Sing Star.

Todo parecía muy acogedor, sólo faltaba que añadieran desayuno gratis.


Al entrar habían comenzado las actuaciones. El primero en hacerlo fue
The false friends que aderezado de hipnóticas proyecciones tras su espaldas proporcionaron al respetable una serie de guitarras sucias que ya gustan a cualquier hijo de vecino, pasando por temas atmosféricos, aires psicodélicos, guitarras saturadas cuando el tema lo requiere, voces desgarradas aquí y dulces allí, pero que combinaban momentos inspirados con otros capaces de rozar la mediocridad: demasiados altibajos.

Si tuviera que citar influencias la primera que se me viene a la cabeza son
The Vines. En los momentos álgidos, situados al final de la actuación, el vocalista fue cogido a hombros por un espectador (visiblemente un tío cachas) y volteado como si de aspas de ventilador se tratase. Tras esto eligió a varias chicas para bailar una canción con ellas. Hubo negativas, pero al final una accedió, produciéndose un baile muy Pulp Fiction. En la última canción la adrenalina brotó en el escenario: micrófonos en el suelo, patadas por doquier y botellas de agua iban de un lado para otro; la locura se adueñó de ellos e incluso de nosotros por momentos.


Concluido ya, se dedicaron a limpiar el destrozo ocasionado y puesto que estaba todo empapado el personal pasó la mopa cual partido de baloncesto. Mientras tanto, mi subconsciente esperaba a
Chichi Creus, bajé la vista al suelo y me percaté de una cosilla pequeña y blanca en el suelo que, deduje, debía haber sido utilizada la noche anterior para animar a individuos.


Tras ellos era el turno de
Polock que tras ver su estética rápidamente nos percatamos que ahora tocaba algo de revivalismo rockero. En mi opinión fue lo mejor de todas las propuestas. Nos regalaron lo mejor de este movimiento: lo característico de su sonido, un sonido creado a partir de múltiples influencias bien asimiladas y que se hacen palpables.
The Strokes o Franz Ferdinand fueron algunos de los nombres más pronunciados para explicar el sonido y la pegada de un combo que hizo esbozar una gentil sonrisa al humilde presente. Como Pantani utilizaba cambios de ritmo para aniquilar rivales en los puertos de montaña, Polock se ayudaban de los mismos para convertir en aún más energética su actuación, con un batería francamente sensacional en el cual se apoyaban prácticamente la totalidad de los temas.
Entre tanto varias grupis, posiblemente sus parejas animaban la verbena de lo lindo entre grito, salto y demás complementos.
El cierre de su actuación fue una descarada apuesta hacia la pista de baile, imposible no moverse con un tema tan vigoroso, lleno de ritmo frenético y guitarras ideadas para sudar la camiseta ( eso, o mi desodorante no me responde bien). Muy cercanos a Delorean. Francamente buenos.

Los terceros en invadir el escenario serían Mittens. Atrás quedó el rock sucio de los anteriores grupos y el público de la sala saludó, sin mucha acogida, a un grupo de pop perfecto y con mayúsculas. Compuesto por un batería, dos guitarras, un bajo y una chica que compaginaba acústica con voz deliciosa. Canción tras canción desarrollaron una colección de hits elaborados, yo diría que con muchas horas de ensayo, pero que a la vez daban forma a un paseo de pop pequeño e incluso minimalista.
He aquí donde radica la magia de este quinteto a mi parecer convierten lo complicado en algo sencillo y bello, al que cualquiera se siente capaz de igualar. Eran palpables los desarrollos y contenidos melódicos, pero lo realmente visible era la percepción de que se sentían a gusto y felices (joder, con palabras como éstas se aprecia que hablo de un grupo de pop) creando su propia música. Se decantan por aliviar a las canciones de cargas innecesarias, lo que llega a dar como resultado un sonido preciosista y acústico a la vez salteado de emoción que llegaba a la piel.


Allanado el camino por los tres participantes anteriores, se subieron
Cooper, los encargados de poner el colofón a la música en directo ese día y al festival Suite en concreto. La pequeña sala estaba hasta los topes y las primeras filas estaban colmadas de seguidores del grupo y supongo que de Los Flechazos, pues advertí alguna que otra camiseta, grupo del que tengo entendido, Alejandro Díez salió algo decepcionado puesto que nació planteando una revolución para demostrar a la gente que se podía llegar a ciertos sitios y no lo consiguió.

En directo vi a un conjunto enérgico y disgustado, quizá porque no atraviesen un momento dulce en su carrera. Para mí fue lo más comedido de la noche, aunque hay que elogiar su saber estar en las tablas, no en vano, arrastran muchos kilómetros y conciertos a sus espaldas.
Todo concluido comenzó el set de dj´s en la parte de debajo de la sala.

Los encargados de terminar por desgastar las minúsculas gotas de desodorante
Mum aplicadas horas antes en mi cuerpo, era Dj Espiral (residente en el pub organizador) y un colaborador de la revista Mondo sonoro. Sonaron El Hombre Burbuja, Pulp, Blur, Los Planetas, Astrud…una recopilación del pop-rock de ahora y siempre; pero sonó por repetición por encima de todos La Casa Azul. Así que es lo que toca, bajarse el clip de youtube y a bailar robotizados.
En definitiva salí encantado de la suite, ahora espero que me den el dinero de la fianza de la habitación, porque si no no sé cómo volver.


Dj Playmobil (recuperando artículos perdidos....)

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