lunes, 20 de abril de 2009

CONATOS DE ORGASMO. ELLOS NO SON ASTRUD

PUTURRÚ DE FUÁ
Ellos no son Astrud


Guille Mostaza no es Manolo Martínez, de la misma manera que Santi Capote no es Genís Segarra. Esta debería ser una afirmación pacífica. No parece posible ninguna disputa seria sobre ella, máxime si nos adherimos al combate contra el escepticismo que el astrudiano profesor Martínez libra en su tesis doctoral. En ella afirma -y dice demostrar- que trae más cuenta confiar en el testimonio de alguien que desconfiar de él. Háganle caso y por tanto háganme caso a mí.

Comparar Astrud y Ellos es a priori un acto arbitrario. Las comparaciones posibles son infinitas, y sí, odiosas. Unas son más propicias que otras, lo que no implica que sean más interesantes, más bien al contrario. Y no sé yo si esta lo es por afinidad, o por justo lo contrario. En honor a la verdad, ni siquiera sé si se trata de una comparación o de una mera yuxtaposición, pero a fin de cuentas no lo considero un ejercicio osado, pues, ¿cómo va a ser osado poner de manifiesto algo tan ramplón como que Astrud y Ellos son cosas distintas? Porque, efectivamente, así es.

¿Qué es Astrud? Básicamente es sentido del humor, pulcritud y una pátina de adorable afectación intelectual. Sus canciones son solventes y robustas. Dan la impresión de que más que interpretarlas las paladean, con un hieratismo y exactitud inconfundibles. Inmediatamente se percibe que algunos de sus temas están llamados a ser verdaderos himnos, canciones relevantes en las que se advierte una profundidad y un sonido de indudable riqueza.

Las consecuencias de todo ello muy evidentes. Cuando hacen a Noam Chomsky protagonista de una apasionada y emocionante historia de amor, cuando mencionan a Anaximandro o cuando juegan con la geometría y nos enseñan la palabra fusiforme, lo último que se nos ocurriría es que son pedantes o culturetas. De igual manera, cuando nos hablan de quedar una tarde o de un cabreo anodino de una amistad urbanita cualquiera, la canción en cuestión alcanza unos vuelos realmente estratosféricos, que nos mueve, quizá dentro de cierto paroxismo, a intentar adivinar verdaderas construcciones filosóficas en las historias más triviales.

¿Cómo consiguen este insólito prodigio? Si me encontrara bajo de defensas acudiría al socorridísimo “manejo ejemplar de la fina ironía”, pero algo me dice que sería bastante verosímil que Manolo y Genís perpetraran una canción cargada de fina ironía contra la fina ironía. Portanto, apuntaré hacia la evidente compenetración del dúo: Astrud parece una verdadera conjunción providencial. Bendito concierto de Pulp en el que se conocieron...

Pero Ellos son otra cosa. Necesariamente deben serlo, porque el “pop cabrón” aún no ha sido cultivado por nadie más, al menos del que se tenga noticia. Si existe algún parecido con Astrud será tan solo en que son un dúo. Nada más percibir las guitarras en la escucha de una canción cualquiera de los Mostaza-Capote deducimos que cualquier parecido con los Martínez-Segarra es simplemente una ensoñación. Aunque confieso que al escuchar ese insistente “no te enamores” del último disco de Ellos no puedo evitar recordar -más bien añorar- aquel rotundo “no os caséis” de los Astrud.

Ellos se rinden con frecuencia al easy listening. En muchos de los temas hay verdaderos hits radioformuleros en potencia. Y esto, querido lector, es radicalmente bueno. Como ocurre con tantos y tantos otros. He ahí la cuestión: Ellos son uno más. Agradables, incluso divertidos por momentos,
con canciones cotidianas, con sus despechos, sus infidelidades... pero nada más (y nada menos). Al lado de Astrud, es lo que cabe esperar de un dúo que no tiene nombre, sino pronombre.
¿Entonces Astrud son los buenos y Ellos los malos? Evidentemente que no. Bajo ningún concepto. Simplemente, Ellos no son Astrud. De igual manera que Krakovia no es Hidrogenesse, aunque esta sí que es otra historia.

Fíjese usted qué jaleo para decir nada...



Por Puturrú de Fuá
Ilustración por Sithbass