miércoles, 2 de junio de 2010

DISCOGRAFÍA RECOMENDABLE. CASH

JOHNNY CASH
American VI: Ain’t No Grave
(American Rds. 2010)


Siguiendo la estela de mi anterior reseña para esta santa casa vuelvo a fijarme en una joven promesa del rock, un tal Johnny CASH, del que se publicaron diez nuevas canciones el pasado mes de febrero. Una nueva entrega de la saga American Recordings auspiciada, cómo no, por Rick Rubin.

Cash is cash, eso Rubin lo sabe bien. Así, en 2003, en vez de incluir en esa maravilla de caja que es Unerthed todo el material que le quedaba de aquellas maratonianas sesiones de grabación, como este Ain’t No Grave, su predecesor y lo que se está guardando, el barbas va soltando pequeñas dosis cada pocos años, que es mucho más rentable. Por supuesto ha perdido una gran oportunidad para demostrar criterio, elegancia y honestidad. ¡Carajo, si para hacer dinero fácil ya produces a Linkin Park o a Shakira! ¡No jodas con el hombre de negro también!

Movimientos empresariales a parte, y al fin y al cabo lícitos, su trabajo en Ain’t No Grave es, como en toda la serie, impecable. Mimando cada nimio detalle con la mano maestra que lo ha convertido en el referente que es en sus labores. 10 temas, que son de una calidad incontestable y mientras lo que vaya sacando a la luz sea de tal nivel siempre será bienvenido.

Como en la serie es habitual el disco está formado en su casi totalidad por versiones, versiones que en manos de semejante coloso y en las circunstancias tanto vitales como mortales a las que se enfrentaba cobran una fuerza y una carga emocional inapelable. Eso sí, para esta ocasión, el repertorio seleccionado es bastante más clásico y pasa de experimentar con grupos tipo U2, NIN, Depeche Mode (...) cosa que lo emparenta con el American Recordings inicial y que quizás signifique que el ciclo se cierra.

El tema que abre y da título es estratosférico, recuerdo cuando se lo puse a mi buen amigo y hermano Zeta, se quedó atónito, sin palabras, tocado de lleno. "Ain’t No Grave", una vieja canción de los 50 que le sirve a la leyenda para clamar que no hay tumba que pueda mantener su cuerpo bajo tierra, el árido acompañamiento, en el que destacan unas cadenas y/o grilletes llevando el ritmo es magistral y remarcan el poder de este señor, un tipo enfermo y postrado en una silla de ruedas, sí, pero poderoso y colosal hasta el minuto final de su vida. El segundo tema, "Redemption Day", original de Sheryl Crow, es otra barbaridad, con otra letra que en sus venas adquiere connotaciones superiores y donde todo suena que acojona, sobre todo ese viento final. Pero para letras que en boca de CASH duelen llega el tercer corte, "For the Good Times", versión de su amigo Kristofferson (otro ejemplo de buen envejecer, impresionantes sus dos últimos trabajos), aquí, el hombre de negro, de buenas a primeras, nos suelta: “Don’t look so sad, I know it’s over”, abrumador.

Tras este triplete, nos encontramos el único tema propio: "I Corinthianas 15:55", como ya hiciese en The Man Comes Around, se apoya en el que fuera su gran apoyo tras la muerte de June, la Biblia, su fe. "¿Dónde está, Oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, Oh sepulcro, tu aguijón?" Su voz, solemne, sabia, y enorme - pese a su estado de salud- hace el resto.

Un piano y una guitarra, continuando la austeridad de la obra/s, sirve de acompañamiento para "Can’t Help But Wonder Where I’m Bound", que podría actuar como contrapunto al tema anterior, si en aquel la fe vence a la muerte, aquí CASH se pregunta desde el mismísimo título a dónde se dirige. Así pues, tal y como fue en vida se presenta desde la muerte, un hombre cargado de contradicciones a pesar de sus fuertes convicciones.

La terna que sigue: "A Satisfied Mind", "I Don’t Hurt Anymore" y "Cool Water" sin lastrar el resultado final no llegan, en mi opinión, a las cotas emocionales de la primera mitad del disco, aunque siguen siendo buenos temas cojonudamente interpretados por la sobrecogedora voz de CASH y por tanto no desmerecen ni un ápice.

Para dar carpetazo a un disco repleto de despedidas, dentro de una saga plagada de adioses, se revisita el tema "Aloha Oe", todo un himno en Hawai, sin duda el tema más famoso de la popular isla, que aquí cumple como bella despedida y a la par resulta lo más anecdótico y curioso de la obra. Obra cuyo último verso es un "until we meet again" que inevitablemente me transporta al "We’ll meet again" con el que finalizaba el IV. Pues eso, que nos volveremos a encontrar.




Por mED Vega

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