jueves, 26 de abril de 2007

ODon the border

Tierra extraña ésta la de Texas, extraña en el más amplio sentido de la palabra. Por una extensión casi dos veces la de España se dan toda clase de contrastes. Históricos, pues ha estado bajo seis banderas: la de Castilla, la de Francia, la mexicana, la propia tejana, la de la Confederación, que es la más roquera, y la que conocemos todos, esa de las barras y estrellas. Contrastes sociales, los más fuertes, aun en el siglo en el que estamos, porque la jerarquización social está muy marcada entre blancos, negros y… mexicanos, ya os podéis imaginar quienes están en la cima de la pirámide. Contrastes también religiosos; para alucinar, más de cincuenta religiones, llamémosle oficiales, se pueden contar, aparte de las mil y quinientas corporaciones predicadoras y demás rollos sectarios.
Y, por supuesto, contrastes musicales.

Como os podéis imaginar, lo más arraigado es el country. Aquí en mi pueblo puedes pillar así como catorce emisoras que programan este estilo, y por todo el país ya ni te cuento. En mi opinión el country, en este país se ha convertido en algo recalcitrante y demasiado industrializado. Salvando ilustres, y ya históricas excepciones como Patsy Cline, Johny Cash, Alan Jackson o bandas como Alabama, el resto son frutos de invernadero para distribución y consumo del capitalismo bestial del Tio Sam, véanse ejemplos como los de Garth Brooks, Faith Hill o la despampanante Shania Twain.
Por contra está la música negra. ¡Ay amigo! Esto merece páginas y páginas con las que podíamos llenar el fanzine durante siglos. Nada más que con la música Zideco que llega desde la vecina Lousiana, con más de doscientos años de influencia y mestizaje, el blues y el jazz, que truena desde Chicago, Memphis o San Louis, o las últimas tendencias del rap y el hip-hop, empezaríamos a abrir capítulos y no terminaríamos nunca. ¡Es que los negros…! No me atrevo a seguir por este sendero porque me perdería, además, doctores tiene la Santa Madre Iglesia, como se dice en estos casos, que desearía pudieran ilustrar las páginas de Serie B con estos interminables capítulos del más profundo color negro.

Pero lo que musicalmente te produce más impacto cuando llegas por primera vez a estas llanuras es la múxica escrita así, con X de México. El estado de la estrella solitaria linda con México, aunque los mexicanos siempre han estado aquí. Lo que pasa es que la frontera, el “on the border”, como la llaman aquí, lo condiciona todo. El trasiego de gente ha sido, es y será, impresionante e imparable, la mezcla en costumbres, gastronomía e idioma está por todas partes. Se deja sentir el impacto fronterizo también en la música, y se ha desarrollado así una manera especial de sentir la tradición musical mexicana. Si bien se conservan las tradiciones musicales mexicanas autóctonas, estas se mezclan con elementos propiamente americanos, e incluso europeos, dando lugar a estilos como las bandas, las quebraditas, el tex-mex o los nuevos mariachis, estilos estos que se sienten ya como propios de una cultura que algunos entienden como tejana, o tejano-mexicana.
Cuando entras por primera vez a alguno de los clubes frecuentados por chicanos, mexicanos, mojados y demás fauna hispana, te da la impresión de estar en uno de aquellos bailes de verbena a los que acudían de mozos nuestros padres. En estos garitos, aun se saca a bailar cortésmente a las Adelitas y se escucha música cantada en Español.

Se baila el corrido norteño, curiosa manifestación fronteriza de la más auténtica tradición mexicana. Bandas como Los Machos, Los Tigres del Norte y sus rivales ( ¡al loro!) Los Tucanes de Tijuana, han campado a sus anchas desde el desierto de Sonora y San Antonio, hasta apalancar sus pistolas en la baja California. El año pasado, Los Tigres, tocaron en Madrid, y sé de buena tinta que en Radio 3, andan pinchando sus discos y los de otras bandas por el estilo. Se canta en los corridos cualquier tema relacionado con la vida en la frontera: amores rotos por la emigración, el odio a “la migra” (las patrullas de inmigración de los USA), las luchas entre bandas, el contrabando, la droga… Famoso es el corrido que describe las tres mujeres amadas “la de piel verdosa me tranquiliza/ la blanquita me excita más/ y es la morena la que me hace volar”, en clara alusión a las tres drogas más populares de la historia: marihuana, cocaína y heroína. Muchos de estos corridos han sufrido procesos de censura en México. Desarrollan un sonido peculiar, muy tex-mex, con un ritmo acelerado y alegre que proporcionan el bajo sexto (guitarra de doce cuerdas) y los acordeones, elemento este último incluido por la influencia de los inmigrantes alemanes y checos.
Tiene el corrido norteño un corte más clásico, con temas de antiguas gestas de la revolución mexicana, amores imposibles, o los que tocan asuntos rancheros y charros. A voz en chorro se destacan en esta vertiente Lupillo Rivera y Pedro Fernández, que ya creció, ¿os acordáis de “La de la mochila azul”?, el mismo.



Y lo que más flipa, y aun no hemos salido del garito, es cuando el dj pincha, nada más y nada menos, que cumbias colombianas. ¡Lo flipas! Nunca me imaginé que al este de Texas, esta manifestación tan típicamente Colombiana tuviera tanta aceptación. Vallenatos y cumbias hacen girar al personal por la pista de baile, en una danza entre primitiva y dantesca, que parece ser muy de su agrado. Pero la cumbia por estos lares sólo cambia de nombre, pues los parámetros musicales son prácticamente los mismos que los de la colombiana, con las lógicas variaciones en cuanto a los temas que toca.
Son muchos los artistas que han cultivado, con enorme éxito, este último estilo, y la popularidad de las cumbias es tal que se identifica con el más profundo sentir mexicano-tejano. Canciones como “Como una flor” o “La llamada” de la malhadada Selena son auténticos himnos del movimiento chicano y referente directo de la cultura musical de estas generaciones de mexicanos nacidas en los Estados Unidos.
Actualmente, el testigo del sonido Corpus Christi de Selena y de su paralelo Emilio, ha sido recogido por bandas como La banda chona o los famosos Cumbia Kings, grupo creado después de la desgraciada muerte por asesinato de Selena, y han incorporado a su música elementos del R&B y el hip-hop, elaborando así un tipo de cumbia metálica tejana muy particular, y contribuyendo una vez más a la más típica mezcolanza del “on the border”.

Y así es, a grandes rasgos, la movida musical de este indómito territorio. Por supuesto, es una visión muy general, ganas me dan de profundizar algunos temas y de tocar otros que me he dejado en el tintero, como puede ser el del rock mexicano. Grupos como Los Lobos o Richie Valens no deberían quedar sin mención, pero merecen capítulo aparte. Quizá en el próximo Serie B.

Odon Yun

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