CRÓNICA. PORCUPINE TREE à L´Olympia, Paris.

PORCUPINE TREE. L´Olympia, Paris. (03/12/07)

Es tan fácil decir eso de que las bandas del mal llamado “progresivo” son tan técnicamente superiores como incapaces de transmitir sensaciones que me parece un argumento carente de fuerza alguna. ¿Acaso todo en la vida se hace con el alma o el corazón? ¿Nunca te has tenido que dejar la cabeza y los cojones en algo para hacerlo bien?

Como los prejuicios hablan solos, no entraré en debates, pero si la fragilidad, la delicadeza y la cuidadosa técnica de la banda británica liderada por Steve Wilson mezclada con esos cambios metaleros y la maravillosas dotes para la producción de esta gente no transmiten nada, apaga y vámonos. Eso sí, para gustos helados de todos los sabores, botones de todos los colores...

Los teloneros Anathema no son santo de mi devoción, pero mentiría si dijese que no me parecieron un grupo más que correcto, pero vamos a lo que vamos...

Como no podía ser de otra manera, Porcupine Tree empezaron con Fear of a Blank Planet, canción que abre y da nombre a su último disco, junto al Stupid Dream (discazo de pé a pá. Una colección de bellas melodías con una producción cinematográfica que transmite una honestidad enorme) y al In Absentia sus tres obras capitales.

Lo primero que llama la atención es una puesta en escena espectacular, con juegos de luces muy atractivos y proyecciones ajustadas a la música capaces de evocar tanto como las composiciones de la banda. Pero tampoco le queda muy atrás como elemento más llamativo a simple vista la enorme batería de Gavin Harrison, que haría sonrojar a la del CQC (Wyoming era) y la habilidad del mismo para tocarla, un auténtico pulpo, una mala bestia que junto al extraño Colin Edwin forman un tándem rítmico inmejorable en los tiempos que corren. Las influencias de Rush o Pink Floyd son más que evidentes en este grupo, pero no se menciona tanto como debiera ese toque Beach Boys que tienen las aparentemente dulces armonías vocales de esta gente.

Una actuación milimétrica, sin cancha al error, pero por contra a lo que estas bandas puedan parecer a priori, en los PT destaca una humildad más que palpable. En el momento que abordaron The Sound of Muzak y la larga composición Anesthetize (18 minutos, canción central de su último álbum) a un servidor se le puso la carne de gallina, un tema con cambios espeluznantes ¡que se hace corto!

Tengo que hacer mención a la voz del señor Wilson, impecable a las guitarras, voz que siempre me ha parecido algo impersonal pero que tengo que admitir que en directo, al sonar más rota y sucia le da un plus a las canciones.

De mi admirado Stupid Dream sólo tocaron A Smart Kid, bella y lacrimógena balada, al acabar esta canción, un asistente comenzó a pedir de forma desmesurada Stop Swimming (la nostalgia hecha canción), a lo que Wilson preguntó: -"¿realmente hay bandas que paran, escuchan y tocan lo que pide el público? nos limitaremos a tocar lo que pone en ese papel a mis pies". Tras esta declaración de intenciones atacaron con Way Out of Here (del Fear of a Blank Planet, en este corte colabora Mr. Robert Fripp, líder de King Crimson y con un currículum asombroso, ¿les suena Heroes de Bowie?) y Sleep Together dando fin al grueso de la actuación.

En los bises, tras un nuevo tema de un próximo Ep, Wilson volvió a dirigirse al público mientras rompía la hoja del set-list: - "¿Peticiones?" En ese momento grité Piano Lessons como el psicópata que hay en mí, pero la elegida por el público fue Trains. Luego la genial Halo del más rockero y directo Deadwing y fin a dos horas de intensa actuación. Estupendos, enormes, muy grandes.

Por Med Vega (Primero Arsène Lupin , luego el Dioni, luego el resto)