lunes, 24 de marzo de 2008

CRÓNICA. CHUCK BERRY

CHUCK BERRY
Olympia
(16/03/08)

Con casi 82 años, el auténtico rey del Rock & Roll, sigue inmerso en giras, pero no ofrece conciertos, imparte auténticas celebraciones, la última oportunidad de rendirse ante un espíritu que no envejecerá ni morirá jamás.

Se abre el telón al son de "Roll Over Beethoven", la voz asombra, pero la imagen impacta: un abuelete bonachón con pinta de cabroncete. Al observarlo parece mentira que ese señor estuviese inmerso en todos los chanchullos y situaciones ilegales en los que ha estado (bueno, lo de voyeur sí lo parece), pero es que parece más increíble aún que ese sea el recipiente que contiene una de las almas más importantes de la historia del Rock.

Tras el baño de "Roll Over Beethoven", "School Days" y "You Never Can Tell", al comenzar a sonar esta última creía que iba a romper a llorar (y van lo menos 3 en un mes) pero viendo a la cuarentona oronda situada a mi alrededor, decidí que bailar con ella era mejor opción, miraba al maestro, pero danzaba al estilo Vincent Vega con Marsellus Wallace (a Mia no se parecía, lamentablemente). Una emotiva "Memphis" facilitó que me librase de mi compañera de baile y tras ella Mr. Rock & Roll atacó con "Jonnhy B. Goode". Qué cabrón el abuelete, gorra de capitán de barco, camisa de lentejuelas, y unas ganas tremendas de agradar.

La nutrida y veterana audiencia invadida por la nostalgia puede ser tan peligrosa o más que los quinceañeros talifanes de los Mars Volta, no hacen pogos ni empujan, pero te clavan los bastones en los riñones si les quitas ángulo de visión.

Tras el desgaste con "Johnny", Berry usó "My Ding-a-Ling" para recobrar aliento, siendo interpretada por la audiencia mientras el animaba. A partir de este punto la artrosis y el cansancio se dejaron ver. Los dedos no le responden a la velocidad de su espíritu, le cuesta interpretar los solos, no digo ya bordarlos, eso sí en momentos puntuales de la actuación parecía como si le invadiesen energías de nuevo, llegando incluso a realizar un duck walk que enfervorecío a un ya entregadísimo público.

Una terna de himnos más, "Sweet Little Sixteen", "Carol" y "Rock & Roll Music", Chuck se dirigió al público para proclamar su amor por él y para lanzar un discurso que a mi me gustó mucho: “Soy real, podría dejar que mi hijo (que lo acompaña como guitarra de apoyo) hiciese mi parte de guitarra o incluso usar playback, pero soy real”... ovación y vuelta al ruedo. Tras esta declaración de principios se acercaba el final y dijo que interpretaría lo que le pidiese el público, aprovechando que el único de Jun que había en la sala era yo, grité con toda mi insana locura "You Never Can Tell"!! media docena de veces y al bueno de Berry no le quedó otra, miré a la izquierda y ví al del bastón mirándome como si hubiese atropellado a su gato, miré a la derecha y allí estaba ella, así que a bailar. Chuck invitó a las mujeres que se agolpaban en las primeras filas a subir al escenario con él, yo lo intenté pero no me dejó un señor de seguridad (con parecido asombroso a Weah) y como a mi partenaire sí, no me quedó más remedio que bailar con el del bastón. Al finalizar la canción, Chuck se marchó y la fiesta se acabó.

Una hora y diez minutos, se pidieron bises pero se encendieron las luces, nadie se enfadó, tiene una edad muy avanzada y al día siguiente una actuación en Amsterdam. Larga vida al Rey del Rock & Roll, larga vida a Chuck Berry.



Por Med Vega (Let It Rock)



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