Primero fue la electrónica europea, despues los ritmos jamaicanos y los sonidos disco de los 70. Hasta la siguiente década no se hablaria de música tecno y house, revoluciones acaecidas en Detroit y Chicago respectivamente. Y finalmente el hip-hop acabaría por popularizar los beats sintéticos con coartada social. Es preciso dar un salto a nuestra actualidad del siglo 21 y observar que en los últimos años las pequeñas revoluciones electrónicas han tenido más de estrategias fallidas (articuladas a medias por discográficas en numeros rojos y periodistas sin criterio) que de metamorfosis sónica.
Por tanto, Serie B se lanza a revisar la base de datos estadísticos de su fonoteca y sin titubeos establece su veredicto. Lo hace para dar cabida en sus páginas a una música que ha ido perdiendo protagonismo, por razones obvias, en sus últimos números.
Así pues, amigos breakbiteros, amantes del flow y químicos insulares, con todos vosotros...LOS DISCOS CAPITALES DE LA MÚSICA ELECTRÓNICA DE LOS 90 (O LOS QUE DEBERÍAS HABER BAILADO YA).
Mal que les pese a nuestros queridos New Order, el disco definitivo del sonido Madchester es el 3ª de los Happy Mondays. De hecho es el disco que les hizo pasar de “camellos” a “camellos con creatividad”.
Aunque bien es cierto que gran parte de mérito hay que atribuirselo a los capos del sonido balear Steve Osborne y Paul Oakenfold.
Canciones esencialmente rock pero con la vista puesta en música negroide y tamizadas por flautas, melódicas, teclados, programaciones y samples. Un discazo de Acid-House que serviría para bautizar el culto al Dj y ya que estamos en la iglesia, refrendar el vitalicio matrimonio entre éxtasis y música electrónica.
Melodías cálidas y lujuriosas al servicio de una juventud de clase media con ropa de abrigo.
“Loose Fit”, “Kinky Afro”, “Donovan”, “Bob´s Yer Uncle” o “Step On” (tan pegadizas, tan fáciles de cantar...)
convertirían para siempre al deslenguado de Shaun Ryder en reverendo de una generación, y a Bez en el
mayor Gogó blanco que ha dado la historia. Era genial cuando no estábamos sobrios.
Cuando Massive Attack debutaron con este largo se habló de inmediato del nuevo sonido Bristol, del Trip-hop.
Se les olvidó que el background del trío no hacía distinción entre Public Enemy o Augustus Pablo. El colectivo de DJs Wild Bunch se echó a la calle para pregonar la necesidad de un espacio propio. La música que este álbum recoge nos habla de una juventud suburbial agitada por ritmos de un nuevo hip hop. Un hip hop donde sobran la mitad de los
versos, cuando lo que quieres decir lo dices con un acorde maravilloso de piano. O con unos violines magistrales (Unfinished Sympathy). El raggamuffin y el dub hablan el mismo idioma de raíces (Five Man Army).
Acompáñese de grandes dosis de humo denso.
Parece que fue ayer cuando Rinôçérôse se dieron a conocer en el mercado electrónico europeo, pero no hay más que escuchar el riff que abre el album para comprobar el tiempo que ha pasado, con tanto recuerdo atropellado, pese a que siga sonando tan fresco e incólume como siempre.
El pelotazo de Installation Sonore pilló a la mayoría por sorpresa, sólo algunos privilegiados como Elefant Records (que les editaran el fabuloso “retrospective”) ya sabían de lo que eran capaces Jean Philippe Freu y compañía. Sin embargo,
la onda expansiva llegó a cada rincón necesitado de un buen azote electrónico.
Nunca antes ( mucho menos después) las guitarras habían agitado tanto a las masas a golpe de House como en aquel Benicassim del 99.
Todos, sin excusa, caímos rendidos al encanto festivo de “Le guitaristic house organisation”, “Radiocapte”, “Sublimior” o “Le Mobilier”.
Neil Barnes y Paul Daley entraron por la puerta grande en el libro gordo de la electrónica.
Este disco fue uno de los pocos ejemplos en que el tecno cobraba forma de álbum de canciones, no sólo pensadas para la pista de baile (desecharon sus primeros maxis en vinilo para este elepé).
Hay bombazos dub por los que no ha pasado el tiempo, o si no prueben a dejarse embargar por “Original”; primitivismo africano; aunque lo que verdaderamente hace especial a “Leftism” es una humanidad feroz, desbocada, una vez inmerso en sus selváticos sonidos uno no parece tener más opción que dejarse llevar a través de “Black Flute”, o permitir que la preciosa voz arábica de “Melt” te acompañe al desenfreno. Anecdótico resulta escuchar a un Mr. Lydon poniendo su voz desquiziada a “Open up” con la proclama “Burn Hollywood, Burn!”.
Como cierre una hipnótica “21st Century Poem” que devuelve oxígeno a la sala.
Intacto.
No apto para estáticos.
Posiblemente dentro de unas décadas nadie recuerde otra cosa de los Chemical Brothers que su “Hey Boy, Hey Girl”. Cosas del mercado, pero no estamos aquí para hablar de eso.
Anteriormente a “Surrender”, los hermanos habían sacado un par de albumes de tomo y lomo. Su debut, sin ir más lejos, es el mejor ejemplo de lo que tenían que ofrecer los británicos. El arranque del disco por sí mismo vale más que todos sus maxis posteriores, “Leave Home” e “In Dust We Trust”: dos pelotazosde Big Beat sin adulterar.
Pero eso no es todo, no basta sólo con una escucha para vislumbrar el abismo que encierra “Exit Planet Dust”.
Antes de que Prodigy ocupase nuestros estéreos, Rowlands y Simons ya habían recorrido todos los estados de ánimo que cabría imaginar de mano de la electrónica (pasando por el Techno o el Pop) con sólo un Lp!
Lo que vino a continuación es otra historia...
El dúo de Colonia formado por Andi Toma y Jan St. Werner entregó un tercer larga duración donde pronosticaban gran parte de la electrónica que vendría despues. Clicks & Cuts que son marca de la casa desde entonces.
Desde la inicial “Shui Shop” trazan un lenguaje único que haría que los solemnes Kraftwerk sufrieran un flechazo instantáneo.
Sonidos juguetones (“Juju”), malabarismos diminutos, alusiones al Kraut-Rock (“Twift Shoeblade”), psicodelia saltarina (“Scat”).
Resulta imposible enmarcar la trayectoria de estos inquietos ratones, ninguna de las etiquetas que han imaginado los críticos musicales ha servido para poner límites a su sonido.
Hay Jazz, experimentación a cascoporro, pseudohouse (excelente “Schnick schnack melimade”), y sentido del humor.
Seguro que ustedes han oído el exitoso tema “Idioteque” de Reidiohead no? Seguro que alguien por ahí escuchó antes este “Autditacker”.
Grandes y siempre a su aire.
Vale que su segundo Lp sea considerado por todos como su obra cumbre. Es cierto que contiene los mejores pelotazos de los Hartnoll, pero no podemos quedarnos ahí, ya que Orbital aún no habían dado su última palabra hasta que editaron In Sides.
La profundidad de “The Girl with the sun in her head” nos advierte acerca de lo que está por venir. Todo un universo de psicodelia filtrada hacia su particular sonido.
Ya no hay techno ni pistas de baile. Con “In Sides”, Orbital conquistaron al oyente del sofá y los auriculares.
Con “P.E.T.R.O.L”, “The Box II” y las dos partes de “Out There Somewhere?” el sonido de los hermanos Phil y Paul traza melodías de distinta procedencia (no sabrás si suena oriental, urbano, o de otro planeta) y todo manteniendo su sello.
El conjunto de parajes transitados por Orbital en este album no tiene parangón en toda su discografía. Tampoco en la de ningún otro.
Intenten resistirse al encanto de “Dwr Budr”.
Imposible. Aún hoy día da igual en qué circunstancia se escuche, si uno cierra los ojos puede sentir cómo levitan los sentidos.
¿Qué puedo decir yo de este pedazo de disco? qué puedo decir si quedé hipnotizado la primera vez que lo oí (en clase de física..., nda.).
¿Qué coño hacían estos rockeros sixties con tanto éxtasis en su poder?
¿Qué coño hacía Andy Weatherall perdiendo el tiempo con semejante troupe?
¿Qué coño hacían PS versionando entre loops el “Slip Inside This House” de los 13th Floor Elevators?
¿Qué coño se les pasó por la cabeza para pasar de los Rolling (entre comillas ya que cuentan con la presencia de Jimmy Miller) y escupir plegarias a George Clinton y Funkadelic/Parliament?
¿Qué clase de mantra eufórico se posó sobre las cabezas de Gillespie, Innes, Duffy y Young para acabar escribiendo esa suerte de gospel-house que es Come Together?
¿Qué coño...?
Da igual, estos punks de tomo y lomo tienen la solución, si años más tarde la clave la encuentran en la lucha (Xtrmntr), aquí proponen lo siguiente: Siéntelo!
Para muchos el mejor disco de música electrónica de todos los tiempos. ¿Por qué será? Tal vez sea porque un artefacto semejante no es un trabajo musical cualquiera. En primer lugar hablamos de un elepé de hip-hop instrumental o abstracto si se quiere. Josh Davis, el hombre en cuestión, llevaba años perfeccionando su técnica de scratching y apilando torres y torres de maxis en casa. La cosa cobra tintes mastodónticos cuando se decide a articular un puzzle lleno de vida. El álbum se compone básicamente de samples de otros temas. Es decir, de Groove, de Soul, de Música de camara, beats imposibles y un sonido nigger mágico que le acompañará en todos sus proyectos.
Díganme que temas como “Building Steam with a grain of salt” o “Stem/Long Stem” no les parecen sublimes.
Si él pide repeto por James Brown por haber inventado la música moderna, nosotros no podemos sino agradecerle que haya inventado la música negra post-moderna. Más allá del jungle y el drum’n’bass aquí hay una introudcción, nudo y desenlace, aquí hay olor a vinilo, a savoir faire, sí señor.
El debut de estos dos novatos en Virgin tenía como piedra angular una canción que se convirtió en himno generacional, la inapelable “Da Funk”. Casi nada. Sólo por incluir esa canción merece aparecer en esta lista.
Sin embargo, Daft Punk (Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Cristo) demostraron con el paso de los años que su éxito no era cosa de un sólo single. Para corroborarlo está el posterior “Discovery”.
Basando su sonido en el house de Detroit tanto como en la electrónica europea, el primer disco de la pareja ofrecía una propuesta espontánea como no se recordaba por estos lares. Con el groove de los setenta rebosando cada surco, la suma de las partes de Homework es mayor que cada pieza del puzzle por separado.
Aún así, no podemos tampoco decir que escuchar “Revolution 909”, “Around the world”, “Treachers”, “Rock´n Roll”, “Phoenix” o “Alive” sea otra cosa que una delicia.
Fueron unos intrusos que refrescaron la escena y de paso, instigaron un sonido cargado de repetición y vocoders que ahora es dominio público de la humanidad.
Y por si a alguien le sabe a poco, otras recomendaciones serían:
GOLDIE “Timeless”
APHEX TWIN “Selected Ambient Works 85-92”
TRICKY “Maxinquaye”
ORBITAL “Brown Album”
DAVID HOLMES “Lets get killed”
KLF “Chill Out”
AUTECHRE "Incunabula"
PROPPELLERHEADS "Decksandrumsandrockandroll"
THE PRODIGY "Music for the Jilted Generation"
VARIOS “Ajo100” (Revista Ajoblanco)
Por tanto, Serie B se lanza a revisar la base de datos estadísticos de su fonoteca y sin titubeos establece su veredicto. Lo hace para dar cabida en sus páginas a una música que ha ido perdiendo protagonismo, por razones obvias, en sus últimos números.
Así pues, amigos breakbiteros, amantes del flow y químicos insulares, con todos vosotros...LOS DISCOS CAPITALES DE LA MÚSICA ELECTRÓNICA DE LOS 90 (O LOS QUE DEBERÍAS HABER BAILADO YA).
Mal que les pese a nuestros queridos New Order, el disco definitivo del sonido Madchester es el 3ª de los Happy Mondays. De hecho es el disco que les hizo pasar de “camellos” a “camellos con creatividad”.
Aunque bien es cierto que gran parte de mérito hay que atribuirselo a los capos del sonido balear Steve Osborne y Paul Oakenfold.
Canciones esencialmente rock pero con la vista puesta en música negroide y tamizadas por flautas, melódicas, teclados, programaciones y samples. Un discazo de Acid-House que serviría para bautizar el culto al Dj y ya que estamos en la iglesia, refrendar el vitalicio matrimonio entre éxtasis y música electrónica.
Melodías cálidas y lujuriosas al servicio de una juventud de clase media con ropa de abrigo.
“Loose Fit”, “Kinky Afro”, “Donovan”, “Bob´s Yer Uncle” o “Step On” (tan pegadizas, tan fáciles de cantar...)
convertirían para siempre al deslenguado de Shaun Ryder en reverendo de una generación, y a Bez en el
mayor Gogó blanco que ha dado la historia. Era genial cuando no estábamos sobrios.
Cuando Massive Attack debutaron con este largo se habló de inmediato del nuevo sonido Bristol, del Trip-hop.
Se les olvidó que el background del trío no hacía distinción entre Public Enemy o Augustus Pablo. El colectivo de DJs Wild Bunch se echó a la calle para pregonar la necesidad de un espacio propio. La música que este álbum recoge nos habla de una juventud suburbial agitada por ritmos de un nuevo hip hop. Un hip hop donde sobran la mitad de los
versos, cuando lo que quieres decir lo dices con un acorde maravilloso de piano. O con unos violines magistrales (Unfinished Sympathy). El raggamuffin y el dub hablan el mismo idioma de raíces (Five Man Army).
Acompáñese de grandes dosis de humo denso.
Parece que fue ayer cuando Rinôçérôse se dieron a conocer en el mercado electrónico europeo, pero no hay más que escuchar el riff que abre el album para comprobar el tiempo que ha pasado, con tanto recuerdo atropellado, pese a que siga sonando tan fresco e incólume como siempre.
El pelotazo de Installation Sonore pilló a la mayoría por sorpresa, sólo algunos privilegiados como Elefant Records (que les editaran el fabuloso “retrospective”) ya sabían de lo que eran capaces Jean Philippe Freu y compañía. Sin embargo,
la onda expansiva llegó a cada rincón necesitado de un buen azote electrónico.
Nunca antes ( mucho menos después) las guitarras habían agitado tanto a las masas a golpe de House como en aquel Benicassim del 99.
Todos, sin excusa, caímos rendidos al encanto festivo de “Le guitaristic house organisation”, “Radiocapte”, “Sublimior” o “Le Mobilier”.
Neil Barnes y Paul Daley entraron por la puerta grande en el libro gordo de la electrónica.
Este disco fue uno de los pocos ejemplos en que el tecno cobraba forma de álbum de canciones, no sólo pensadas para la pista de baile (desecharon sus primeros maxis en vinilo para este elepé).
Hay bombazos dub por los que no ha pasado el tiempo, o si no prueben a dejarse embargar por “Original”; primitivismo africano; aunque lo que verdaderamente hace especial a “Leftism” es una humanidad feroz, desbocada, una vez inmerso en sus selváticos sonidos uno no parece tener más opción que dejarse llevar a través de “Black Flute”, o permitir que la preciosa voz arábica de “Melt” te acompañe al desenfreno. Anecdótico resulta escuchar a un Mr. Lydon poniendo su voz desquiziada a “Open up” con la proclama “Burn Hollywood, Burn!”.
Como cierre una hipnótica “21st Century Poem” que devuelve oxígeno a la sala.
Intacto.
No apto para estáticos.
Posiblemente dentro de unas décadas nadie recuerde otra cosa de los Chemical Brothers que su “Hey Boy, Hey Girl”. Cosas del mercado, pero no estamos aquí para hablar de eso.
Anteriormente a “Surrender”, los hermanos habían sacado un par de albumes de tomo y lomo. Su debut, sin ir más lejos, es el mejor ejemplo de lo que tenían que ofrecer los británicos. El arranque del disco por sí mismo vale más que todos sus maxis posteriores, “Leave Home” e “In Dust We Trust”: dos pelotazosde Big Beat sin adulterar.
Pero eso no es todo, no basta sólo con una escucha para vislumbrar el abismo que encierra “Exit Planet Dust”.
Antes de que Prodigy ocupase nuestros estéreos, Rowlands y Simons ya habían recorrido todos los estados de ánimo que cabría imaginar de mano de la electrónica (pasando por el Techno o el Pop) con sólo un Lp!
Lo que vino a continuación es otra historia...
El dúo de Colonia formado por Andi Toma y Jan St. Werner entregó un tercer larga duración donde pronosticaban gran parte de la electrónica que vendría despues. Clicks & Cuts que son marca de la casa desde entonces.
Desde la inicial “Shui Shop” trazan un lenguaje único que haría que los solemnes Kraftwerk sufrieran un flechazo instantáneo.
Sonidos juguetones (“Juju”), malabarismos diminutos, alusiones al Kraut-Rock (“Twift Shoeblade”), psicodelia saltarina (“Scat”).
Resulta imposible enmarcar la trayectoria de estos inquietos ratones, ninguna de las etiquetas que han imaginado los críticos musicales ha servido para poner límites a su sonido.
Hay Jazz, experimentación a cascoporro, pseudohouse (excelente “Schnick schnack melimade”), y sentido del humor.
Seguro que ustedes han oído el exitoso tema “Idioteque” de Reidiohead no? Seguro que alguien por ahí escuchó antes este “Autditacker”.
Grandes y siempre a su aire.
Vale que su segundo Lp sea considerado por todos como su obra cumbre. Es cierto que contiene los mejores pelotazos de los Hartnoll, pero no podemos quedarnos ahí, ya que Orbital aún no habían dado su última palabra hasta que editaron In Sides.
La profundidad de “The Girl with the sun in her head” nos advierte acerca de lo que está por venir. Todo un universo de psicodelia filtrada hacia su particular sonido.
Ya no hay techno ni pistas de baile. Con “In Sides”, Orbital conquistaron al oyente del sofá y los auriculares.
Con “P.E.T.R.O.L”, “The Box II” y las dos partes de “Out There Somewhere?” el sonido de los hermanos Phil y Paul traza melodías de distinta procedencia (no sabrás si suena oriental, urbano, o de otro planeta) y todo manteniendo su sello.
El conjunto de parajes transitados por Orbital en este album no tiene parangón en toda su discografía. Tampoco en la de ningún otro.
Intenten resistirse al encanto de “Dwr Budr”.
Imposible. Aún hoy día da igual en qué circunstancia se escuche, si uno cierra los ojos puede sentir cómo levitan los sentidos.
¿Qué puedo decir yo de este pedazo de disco? qué puedo decir si quedé hipnotizado la primera vez que lo oí (en clase de física..., nda.).
¿Qué coño hacían estos rockeros sixties con tanto éxtasis en su poder?
¿Qué coño hacía Andy Weatherall perdiendo el tiempo con semejante troupe?
¿Qué coño hacían PS versionando entre loops el “Slip Inside This House” de los 13th Floor Elevators?
¿Qué coño se les pasó por la cabeza para pasar de los Rolling (entre comillas ya que cuentan con la presencia de Jimmy Miller) y escupir plegarias a George Clinton y Funkadelic/Parliament?
¿Qué clase de mantra eufórico se posó sobre las cabezas de Gillespie, Innes, Duffy y Young para acabar escribiendo esa suerte de gospel-house que es Come Together?
¿Qué coño...?
Da igual, estos punks de tomo y lomo tienen la solución, si años más tarde la clave la encuentran en la lucha (Xtrmntr), aquí proponen lo siguiente: Siéntelo!
Para muchos el mejor disco de música electrónica de todos los tiempos. ¿Por qué será? Tal vez sea porque un artefacto semejante no es un trabajo musical cualquiera. En primer lugar hablamos de un elepé de hip-hop instrumental o abstracto si se quiere. Josh Davis, el hombre en cuestión, llevaba años perfeccionando su técnica de scratching y apilando torres y torres de maxis en casa. La cosa cobra tintes mastodónticos cuando se decide a articular un puzzle lleno de vida. El álbum se compone básicamente de samples de otros temas. Es decir, de Groove, de Soul, de Música de camara, beats imposibles y un sonido nigger mágico que le acompañará en todos sus proyectos.
Díganme que temas como “Building Steam with a grain of salt” o “Stem/Long Stem” no les parecen sublimes.
Si él pide repeto por James Brown por haber inventado la música moderna, nosotros no podemos sino agradecerle que haya inventado la música negra post-moderna. Más allá del jungle y el drum’n’bass aquí hay una introudcción, nudo y desenlace, aquí hay olor a vinilo, a savoir faire, sí señor.
El debut de estos dos novatos en Virgin tenía como piedra angular una canción que se convirtió en himno generacional, la inapelable “Da Funk”. Casi nada. Sólo por incluir esa canción merece aparecer en esta lista.
Sin embargo, Daft Punk (Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Cristo) demostraron con el paso de los años que su éxito no era cosa de un sólo single. Para corroborarlo está el posterior “Discovery”.
Basando su sonido en el house de Detroit tanto como en la electrónica europea, el primer disco de la pareja ofrecía una propuesta espontánea como no se recordaba por estos lares. Con el groove de los setenta rebosando cada surco, la suma de las partes de Homework es mayor que cada pieza del puzzle por separado.
Aún así, no podemos tampoco decir que escuchar “Revolution 909”, “Around the world”, “Treachers”, “Rock´n Roll”, “Phoenix” o “Alive” sea otra cosa que una delicia.
Fueron unos intrusos que refrescaron la escena y de paso, instigaron un sonido cargado de repetición y vocoders que ahora es dominio público de la humanidad.
Y por si a alguien le sabe a poco, otras recomendaciones serían:
GOLDIE “Timeless”
APHEX TWIN “Selected Ambient Works 85-92”
TRICKY “Maxinquaye”
ORBITAL “Brown Album”
DAVID HOLMES “Lets get killed”
KLF “Chill Out”
AUTECHRE "Incunabula"
PROPPELLERHEADS "Decksandrumsandrockandroll"
THE PRODIGY "Music for the Jilted Generation"
VARIOS “Ajo100” (Revista Ajoblanco)
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